martes, 19 de mayo de 2009

Telefonia Móvil 02

Este último año, consolidándose la telefonía móvil en todos los estratos sociales, han proliferado los aparatos móviles que permiten configurar cualquier canción como timbre. No hablamos del antiguo archivo MIDI que funcionaba «simbólicamente» representando a una canción que podíamos conocer. Hoy por hoy es el MP3 quién irrumpe en nuestras vidas, una fiel reproducción de una pieza musical grabada profesionalmente y que empieza a destriparnos con este fenómeno que he llamado «Contaminación Musical». Hace quince meses la cantidad de elementos musicales que interactuaban en nuestra vida en la mayoría de los casos era sólo uno. Naturalmente iba cambiando en relación a nuestra movilidad, pues si subíamos a una micro de seguro escuchábamos la radio que el chofer consideraba confortante, luego cambiábamos a escuchar lo que nuestro reproductor mp3 nos ofrecía. Si llegaba a subir un músico urbano, lo más seguro era que deteníamos nuestra música para escuchar (era insostenible cuando otro elemento musical tenía la intensidad suficiente para interferir entre nosotros y lo que buscábamos oír). Hoy el panorama es totalmente distinto: Salimos de nuestra casa escuchando la música de nuestra preferencia en el mismo reproductor portátil, pero por unos segundos escuchamos dos elementos al mismo tiempo (nos están llamando al celular y la canción que pusimos de timbre es totalmente distinta a la que en ese minuto escuchamos). Después de hablar subimos al moderno microbús que igual lleva su propia música, esta vez no es la opción del conductor sino de un par de flaites que en medio del bus han puesto cualquier pista Reggaetón ocupando el altavoz, contaminando así los oídos de quien quiera escuchar y de quién no. Se une a nuestra propia melodía. Semejante posición nos llena de rabia, lo cual suscita un salto en nuestra memoria, recordamos aquella canción que hablaba sobre la rabia y el odio o sobre la gente estúpida. Son tres elementos. Miro por la ventana tratando de concentrarme en alguna de todas estas pistas musicales que suenan al mismo tiempo, pero justo allí —cuando ya creo rendirme— aparece un cuarto elemento ¡Nuestro compañero de asiento tiene una llamada!. No lo soporto más, me hago consciente de este extraño nuevo mundo y siento un quinto, un sexto y un octavo elemento a medida que el viaje avanza y la cantidad de gente hablando en celular aumenta. Celulares musicales. Cuando pensaba que ese mar de melodías era un tormento que ya no podría superarse por ninguna otra contaminación, cuando pienso que la mente humana no puede detectar más voces distintas… aparece un último elemento ¡Tengo una llamada! Por favor, use el vibrador.

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